¿COMO SON LAS SALINAS DE INTERIOR?



En una salinas el primer paso, es el método de captación, ya sea aprovechando un caudal de origen natural, elevando agua de un nivel freático inferior, captando el agua tras el lavado de las sales mediante una galería subterránea, o bien explotando un diapiro salino en el que se inyecta agua a una elevada presión con la que se diluye la sal.

Otro sistema singular consistió en calentar el agua salada en calderas. La forma de elevar y de bombear el agua también ha sido diversa, desde métodos manuales como garruchas y cigüeñales, ayudándose de animales con ceñas y norias, del viento con molinetas o bien con motores de explosión y eléctricos, hasta los sistemas tecnológicamente más complejos de inyección de agua a presión en diapiros.
El elemento indispensable de las salinas son los recocederos. Se trata de balsas de gran tamaño, donde la energía del sol calienta el agua almacenada para propiciar la precipitación de carbonatos y óxidos, y disponer de salmuera muy concentrada para “regar” las eras y órdenes salineras. Suelen estar construidas a base de “cal y canto”, es decir argamasa de cal con arena, y piedra. Solo se conoce un caso en que se hayan construido con sillares de arenisca, en Rambla Salada (Fortuna). La forma de impermeabilizar estas balsas siempre ha sido con cal hidráulica.

Las eras, agrupadas en tablares o bien en órdenes, son las charcas destinadas a la cristalización de la sal. Su construcción ha sido mucho más compleja y diversa. Predominan dos tipos, las construidas con arcillas, gredas o espejuelos y las de obra enlucidas con cal hidráulica.

Pero otro elemento típico de la construcción de las salinas es la madera. El estrecho contacto con la sal en abundancia, ha permitido que la madera evite el ataque de hongos y por tanto su pudrición, por lo que su uso ha sido muy extendido.

Un elemento arquitectónico de gran valor en todas las salinas es el Almacén de la sal o Alfolí y la forma de orientarlo respecto a las charcas cristalizadoras, siempre lo más próximo a estas. Un reto al que han tenido que dar respuesta estos edificios es desafiar a los dos elementos enemigos de cualquier construcción: la humedad y la sal. El carácter robusto de los almacenes salineros estaba justificado por el alto valor de la sal.